¿Son buenas tantas vacaciones?
Publicado el 3 de Junio de 2019 | Conocimiento

Las vacaciones veraniegas llegarán en la mayoría de los centros escolares a finales de este mes, pero los expertos no tienen una opinión unánime sobre la duración idónea de las mismas.
Algunos estudios señalan ciertas desventajas a las once semanas de vacaciones habituales en nuestro sistema educativo mientras que otros no encuentran diferencias con el de ocho semanas establecido en otros países en donde no hace tanto calor en verano.
En lo que sí están de acuerdo es en las grandes diferencias que supone cómo se emplean esas 11 semanas.
Aprovechar las vacaciones para dormir un poco más y disfrutar de las aficiones puede tener un efecto muy beneficioso, del mismo modo que dedicarlo íntegramente a ver la televisión o usar el móvil puede resultar perjudicial.
Cuando los días no tienen horarios podemos aprovechar para relajarnos. El descanso que los niños necesitan es inversamente proporcional a la edad. Los más pequeños necesitan más horas de sueño mientras que los mayores encontrarán estimulante participar en actividades dirigidas a potenciar su creatividad, las relaciones sociales, o la autonomía.
Los docentes ponen deberes para evitar el ocio pasivo y atenuar el parón curricular veraniego. Los padres, por su parte han de tener en cuenta que cuando los días no tienen horarios podemos aprovechar para hacer actividades distintas, visitar lugares que nos ofrezcan la oportunidad de aprender en un entorno natural y, por supuesto, pasar tiempo con la familia y los amigos.
Pero por encima de los motivos pedagógicos y psicológicos el debate sobre la duración de las vacaciones, esconde además otro asunto; el de la conciliación.
Durante el curso escolar el tiempo que los niños están en la escuela permite a ambos padres acudir al trabajo para luego tirar de extraescolares, abuelos o niñeras que se ocupan de los pequeños hasta que sus padres llegan a casa.
Por este motivo, el parón veraniego supone un paréntesis tan esperado por los estudiantes, como preocupante para buena parte de los padres. Estos se ven obligados a contratar campamentos de verano cuando la economía lo permite y turnarse las vacaciones o tirar de los abuelos para que sus hijos estén atendidos cuando esto no es así.
Por Lucía García
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