La vuelta al cole cuando éramos estudiantes
Publicado el 3 de Septiembre de 2018 | Conocimiento

Los madrugones, el reencuentro con compañeros, las tardes de deberes, los recreos… La vuelta al cole también trae cada año cierto aire de nostalgia para padres y docentes. Hay vivencias y sensaciones por las que no pasan los años. Recuperamos algunas con las que todos nos sentiremos seguramente identificados.
1. La noche anterior no se duerme
Los nervios de la noche anterior no permitían conciliar el sueño. El primer día conlleva nervios en las horas previas, tanto para estudiantes como para profesores. Afrontar un nuevo curso lleno de novedades con nuevos retos, profesores y compañeros suponía cierta inseguridad que no nos permitían dormir bien la noche de antes. Que levante la mano a quien no le haya pasado.
2. Las prisas
La tranquilidad que nos aportan las vacaciones se acababan también a la hora de desayunar. Tomar tranquilamente un vaso de leche o un colacao viendo la televisión ya no es posible independientemente de que madrugásemos más o menos. “¡Termina que llegamos tarde!” volvías a oír decir a tus padres.
3. Mezcla de sentimientos en el camino a la escuela
Una mezcla variopinta de nervios, preguntas y emociones varias es lo que vivíamos camino al colegio: “¿Cómo serán los alumnos este año?” se preguntaban los profesores. “¿Tendré la misma profe que el año pasado?” se preguntaban los alumnos. “¿Habrá alguien nuevo?” se preguntaban todos.
4. El reencuentro con amigos y compañeros
Como estudiantes, ver a los compañeros que no habíamos visto en los últimos 3 meses era una sensación de alivio. Este reencuentro nos hacía olvidar por un momento la faena que nos suponía despedirnos de las vacaciones y el tiempo libre y volver a clase. Incluso nos hacía sentir bien y pensar lo contrario.
5. Curso nuevo, material escolar nuevo
Aunque fuese a costa del bolsillo de nuestros padres, la sensación de estrenar mochilas, cuadernos y todo tipo de material escolar resultaba muy placentera para la mayoría de niños. Al menos para los que podían permitírselo y no heredaban de hermanos mayores o familiares, claro está. Todo limpio, todo nuevo.
6. “¿Qué tal el primer día?”
Prepararte psicológicamente para responder hasta un millón de veces a la misma pregunta. “¿Qué tal el primer día?” es la pregunta de rigor y nadie escapaba a ella. Madres, padres, abuelos, abuelas, hermanos y vecinos. El primer día por la tarde era como vivir inmerso en el día de la marmota respondiendo la misma pregunta.
7. Se acabaron las plácidas tardes de verano
Las obligaciones, ya sea en forma de actividades extraescolares o en forma de tareas y deberes aparecen en este momento y son infranqueables. Sí, hay que decir adiós a la libertad que otorgan las vacaciones y acostumbrarse a la monotonía de las obligaciones y las paredes de tu cuarto. Es cierto que en los tiempos actuales son más propias las innumerables actividades extraescolares que atienden nuestros hijos mientras que en tiempos pasados eran más propias las tardes de deberes.
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Por Manuel Caro
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