La ciencia de las plantas carnívoras
Publicado el 21 de Marzo de 2024 | Biología y Geología

Para vivir las plantas solo necesitan agua, luz y una buena tierra, ¿no? Bueno, depende de la planta. Con estos tres elementos la mayoría tienen suficiente, pero hay una interesante excepción: las plantas carnívoras.
Las plantas carnívoras son aquellas que requieren comer animales (esencialmente insectos) para sobrevivir. ¿Por qué no les basta con agua, luz y un suelo adecuado? Verás, cada planta tiene unas necesidades distintas en función del lugar donde crece de manera natural (por eso las plantas desérticas requieren mucha menos agua que las tropicales), y resulta que las plantas carnívoras proceden de lugares con tierras muy pobres en nutrientes esenciales como el nitrógeno o el fósforo. Recordemos que las plantas funcionan extrayendo los nutrientes a través de las raíces y usando la luz para, a partir de estos nutrientes, fabricar todo lo que necesitan. Es decir, por mucha luz que haya, si la tierra no tiene el “alimento” suficiente la planta no puede vivir… salvo que seas una planta carnívora.
Estas plantas suplen las carencias del terreno cazando insectos para extraer de ellos los nutrientes que necesitan. En cierto modo, usan a esos animales como “abono”. Para ello, las plantas carnívoras han sufrido varios cambios, como que algunas de sus hojas se han transformado en trampas para cazar (con la excepción de una planta cuyas trampas proceden evolutivamente de sus flores).
Existen unas 630 especies documentadas de plantas carnívoras, y un punto importante es que proceden de distintos linajes de plantas, lo que significa que muchos tipos de plantas distintas han desarrollado a lo largo de la evolución esta adaptación, lo cual es un ejemplo de convergencia evolutiva (puedes aprender más sobre la convergencia evolutiva aquí). Todas ellas han desarrollado un sistema similar a nuestro aparato digestivo, el cual empieza por las “hojas trampa”. Las trampas pueden ser activas, es decir, que reaccionan al detectar un insecto, como las famosas “hojas” con forma de fauces de la Dionaea muscipula (venus atrapamoscas) que se cierran cuando se posa sobre ellas un insecto; aunque en muchos casos hay trampas pasivas, las cuales funcionan de una manera similar a las tiras pegajosas que usamos en las casas para atraer y atrapar pequeños insectos.
Una vez atrapado el insecto, las plantas carnívoras despliegan una gran cantidad de sustancias que digieren el animal para extraer de él desde moléculas orgánicas (como proteínas), a minerales, sulfatos, nitrógeno... Así que si te interesa tener una planta carnívora en casa recuerda que necesitan atrapar algún insecto. Y es que incluso si ahora las pones en en suelo fértil, sus raíces también son diferentes a lo habitual, ya que o no funcionan para extraer nutrientes o son muy ineficientes, así que es importante que cacen algo de vez en cuando.
Aplicación en el aula
Un ejercicio interesante sería, en primer lugar, revisar con los alumnos los distintos tipos de plantas carnívoras, haciendo especial hincapié en las diferentes trampas que tienen, de donde son originarias… para, posteriormente, buscar alguna sencilla que se pueda obtener en viveros locales y tenerla en clase. Así los alumnos podrán cuidarla y observar su funcionamiento.
Por Pablo Barrecheguren
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