gordiflac@ y yo sin saberlo
Publicado el 7 de Octubre de 2025 | Sanidad
Qué contentos se van a poner algunos de mis amigos al leer esto, a los que cada verano les sobran “3 kg”, a los que se pasan 10 de su peso ideal… pues han crecido pensando que ser un “palo andante” es sinónimo de salud y clave de felicidad, y ahora resulta que nos encontramos ante un estudio danés que pone esta teoría patas arriba. Durante años nos han metido en la cabeza que tener unos kilitos de más, es casi como tener un pie en la tumba. Pero esta investigación, que analizó a más de 85.000 valientes, ha descubierto que los delgados tienen mucho más riesgo de irse al otro barrio que los que tienen algo de sobrepeso, e incluso una obesidad moderada. Se empieza a generalizar el término Thin Outside, Fat Inside (TOFI, por sus siglas en inglés) o lo que es lo mismo: delgado por fuera, gordo por dentro; también gordiflaco, tal y como se ha traducido al español, ¡es chica la que han liado!
El conocimiento actual, las nuevas prácticas médicas y una visión más completa de la salud están poniendo en jaque esa idea simplista de que la delgadez es sinónimo de buena salud, una asociación reforzada por los estándares de belleza. Los endocrinos contemplan al “delgado metabólicamente enfermo” y al “obeso metabólicamente sano”, quién no recuerda esa frase que decía mira qué sano está, para referirse a niños con cierto volumen corporal.
Una de las herramientas más conocidas para evaluar el peso, es el Índice de Masa Corporal (IMC, indicador de obesidad que se calcula dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros), pero tiene un inconveniente: no diferencia entre masa muscular y grasa. Por eso, atletas con mucha masa magra (o músculo) pueden parecer “obesos” según su IMC y a su vez, una persona delgada puede tener “obesidad oculta” o mucha grasa visceral. Si sólo atendemos al IMC, los primeros podrían pasar por obesos severos en situación de riesgo y los segundos por personas en su peso con un perfil completamente saludable.
Pues, ¡agárrate los machos!, pues según el estudio, resulta que los que tienen un IMC entre 18.5 y 24.9, esos a los que llamamos “peso normal” pero están más cerca del 18.5, tienen el doble de probabilidades de morir que los que están en la parte alta de esa categoría. En cambio, los que tienen un poco de sobrepeso (IMC 25-29.9) e incluso los que están en el club de la obesidad leve, grado I (30-34) no mostraron un riesgo mayor de estirar la pata, por lo que estar “gordo, pero en forma” (o, en términos científicos, metabólicamente sano) es una realidad que no te pone en la línea de meta, pues la masa muscular es como un seguro de vida: te ayuda a tolerar mejor enfermedades, accidentes e incluso como decía el hijo de mi amiga, “no estoy gordo, estoy blindado” pues parece que una capita de grasa abdominal puede retener una bala e impedir que llegue a órganos vitales jeje. Por eso, antes de celebrar la delgadez, deberías preocuparte por lo que realmente importa: tu salud y tu bienestar, sin importar el número en la báscula, ese número que te ha atormentado durante años, porque el peso corporal no dice nada de tu salud, o sí pero no todo. Olvídate del “peso-centrismo”, es decir, la salud definida solo por el peso, y da a tu vida un nuevo enfoque más allá de preocuparte por los kg que cada mañana te marca la “romana”. Intenta seguir una alimentación equilibrada, olvídate de dietas milagrosas, mantén tu cuerpo activo y fuerte con ejercicio diario y deja a un lado, en la medida de lo posible, los factores estresantes de la vida, sin olvidar el estado de felicidad que proporciona darse un buen homenaje culinario de vez en cuando.
Obviamente tener kilos de más no es una opción saludable, lo cierto es que las personas con cierto exceso de peso más o menos importante suelen caracterizarse por tener una peor salud en términos generales, pero estar delgado tampoco es saludable en sí mismo.
Así que, la próxima vez que te mires al espejo, en lugar de juzgarte por tu peso, pregúntate por tu constitución corporal (músculo vs. grasa). Y ten en cuenta que pensar que “Yo estoy delgado porque como poco y, por tanto, no necesito hacer ejercicio”, es una aseveración completamente falsa. Podrás parecer sano, pero también puedes no estarlo, incluso en la misma medida que cualquier obeso.
Aplicación en el aula
1. Visualiza el siguiente video sobre como medir el IMC y a continuación calcula el tuyo.
2. Visualiza el siguiente video sobre como tomar las medidas antropométricas y haz la medición de un compañero/a.
3. Haz una infografía con la información de los dos videos anteriores.
4. Tomando como referencia los valores del IMC, haz un pequeño estudio tomando como muestra al alumnado de la clase sobre el grado de obesidad de la misma.
Por Luisa Mostazo Rodriguez
| Anterior | Siguiente |
| Arquitectura jabonosa | ¿Qué son el plasma y el suero sanguíneos? |






