El hombre de Vitruvio no sé si existe, ni me importa.
Publicado el 3 de Abril de 2019 | Matemáticas

Leonardo Da Vinci, que lo conoceréis por ser el azul de las Tortugas Ninja, el líder, pero hablamos del (a cámara rápida) pintor, ingeniero, artista, arquitecto, anatomista, científico, escultor, filósofo, inventor, músico, poeta y botánico… el gran sabio del Renacimiento, un adelantado a su tiempo. Por el 1490, 2 años antes de que Colón llegase a América, Leonardo pintó la conocida y misteriosa obra “El Hombre de Vitruvio”, basado en el texto de Marco Vitruvio, arquitecto de la Antigua Roma.
Mucho se ha dicho siempre sobre esta obra, que si era el diseño del hombre perfecto, que percibimos esas proporciones como las más bellas, que si estaba bien depilado, pero uno es de las más importantes:
El hombre de Vitruvio sigue proporciones áureas, la proporción dorada, como explicaba Vitruvio. Hay que tener en cuenta que en la Antigua Grecia y la Antigua Roma, el número de oro: phi=1.61803… era el número en el que se basaba todo el arte que creaban, por su perfección, por su belleza, por sus propiedades matemáticas… No les faltaba razón.
Es por ello que se determinó: el ombligo divide la altura por la razón áurea. Es decir, divide tu altura por 1,62 y tiene que darte la altura de los pies al ombligo. Esto es una simple curiosidad, no siempre encaja, y no vas a estar mirando el ombligo a la gente por ahí.
Y es que a Da Vinci igual no le importaba la razón aurea del hombre y se esforzó más en otro asunto. En la Cuadratura del Círculo. Construir con regla y compás un cuadrado que tenga el área que la de un círculo. Es un problema de geometría que no se puede resolver. Sólo se puede uno aproximar.
Y eso es lo que podemos proponer. Comparemos:
• Si hubiese seguido la proporción áurea tendríamos que las esquinas del cuadrado apenas sobresaldrían del círculo. Se diferenciaría en un 1,5%.
• Si hubiese seguido una aproximación de la cuadratura del círculo se hubiera equivocado en un 0.28% solamente.
Cada uno que piense lo que quiera, en cualquier caso, el ombligo es el centro del círculo. Y es que somos egoístas, y nos miramos siempre nuestro ombligo…
Por Santiago García
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