¿De qué color es?
Publicado el 18 de Noviembre de 2025 | Física y Química
El estudio del color y la luz aparece desde los primeros cursos de Educación Secundaria Obligatoria y se profundiza en Bachillerato dentro del bloque de óptica. En estas etapas, el alumnado aprende que la luz blanca está formada por una mezcla de todas las longitudes de onda del espectro visible y que cada color se corresponde con una franja concreta de ese espectro.
Así, un objeto rojo refleja principalmente la luz de longitud de onda larga y absorbe el resto, mientras que un objeto azul, en cambio, refleja luz de longitud de onda más corta.
Sin embargo, debido a sus propiedades ópticas, el color de algunos objetos puede ser difícil de definir. Este es el caso del hielo.
En apariencia, el hielo es incoloro, pero cuando se acumula en grandes masas, como ocurre en los glaciares, adquiere un tono azulado muy característico. Este color no se debe a impurezas ni a la presencia de pigmentos, sino a la propia interacción de la luz con el material. En el interior de un glaciar, la luz penetra en capas de hielo muy compactas. Las longitudes de onda más largas como las del rojo, se absorben más fácilmente, mientras que las más cortas, las del azul, se dispersan y logran salir de nuevo al exterior. El resultado es ese azul intenso que vemos en los bloques de hielo o en las grietas profundas de un glaciar.
Este fenómeno es similar al que explica por qué el cielo es azul o por qué el agua del mar adquiere distintos tonos según su profundidad. En todos estos casos, la clave está en cómo la luz interactúa con la materia: la absorción selectiva y la dispersión determinan el color que percibimos. Comprenderlo permite al alumnado relacionar conceptos de óptica con ejemplos naturales y cotidianos, y prepara el terreno para abordar otros casos curiosos de reflexión y transmisión de la luz.
¿Y si el objeto es un espejo? ¿Cómo explica la física de qué color es? Te proponemos un pequeño montaje experimental para ayudar a que tu alumnado responda a esta pregunta.
Aplicación en el aula
Reparte espejos entre el alumnado y pide que los coloquen enfrentados para poder observar un túnel infinito generado por la repetición sucesiva de reflejos. Este fenómeno se conoce como efecto Droste, y recibe su nombre de una marca de cacao neerlandesa cuyo envase mostraba una imagen dentro de otra de forma infinita. A continuación, pídeles que describan cómo varía la intensidad y el color de los reflejos sucesivos.
A primera vista, podríamos decir que un espejo es plateado. De hecho, los espejos se fabrican depositando una fina capa de plata metálica sobre una superficie de vidrio. Pero si lo pensamos desde el punto de vista de la luz reflejada, la pregunta cambia.
Los espejos reflejan todos los colores. ¿Cómo se explica entonces que no sean blancos? Los objetos de colores reflejan la luz de manera difusa. Los espejos, sin embargo, lo hacen de manera especular: los rayos de luz rebotan en la superficie manteniendo los ángulos de incidencia y reflexión. Por eso, reflejan fielmente lo que tienen delante y no son blancos.
Los espejos no reflejan todas las longitudes de onda por igual: la luz que más reflejan es la de color verde, alrededor de 510 nanómetros. Por eso, tu alumnado debería haber notado que la imagen se vuelve progresivamente verdosa. Esto ocurre porque cada vez que la luz rebota, una pequeñísima parte del resto de los colores se absorbe. Así que, desde un punto de vista físico, los espejos son ligeramente verdes.
Por Lucía García
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