De las células clónicas a los mosaicos genéticos

Publicado el 30 de Mayo de 2023 | Biología y Geología

Empecemos por una pregunta simple, ¿de dónde vienen todas las células de nuestro cuerpo? Normalmente, todas proceden de una única célula llamada cigoto, la cual se forma tras la unión de un óvulo y un espermatozoide. Poco después de su formación el cigoto empieza a dividirse generando más células, las cuales también se dividen para producir el incremento exponencial del número de células necesario para fabricar un cuerpo humano. Aquí, a nivel genético el punto interesante es que todas esas células contienen exactamente la misma información y, por lo tanto, son lo que se denomina clones o células clónicas. Con lo cual, si nos preguntan si todas las células de nuestro cuerpo tienen la misma información genética la respuesta intuitiva es decir que sí, pero sería una respuesta incorrecta, ya que todos somos mosaicos genéticos.

Se dice que un ser vivo es un mosaico genético cuando hay diferencias genéticas entre algunas de sus células (pese a que estas proceden del mismo cigoto). Estas variaciones tienen múltiples orígenes, pero uno de los más importantes son las mutaciones (cambios en la secuencia genética original): por ejemplo, cada vez que una célula se divide generando dos copias el material genético de cada nueva célula es sutilmente diferente al original porque los mecanismos de copia genética no son perfectos. Como un texto que cada vez que se copia cambia un poco, el ADN celular va modificándose sutilmente en cada nueva división celular, haciendo que las células del cuerpo acumulen mutaciones y se vayan diferenciando entre sí.

Inevitablemente todos somos mosaicos genéticos, pero en general esto no tiene mayor importancia salvo que hablemos de algunas enfermedades, siendo el ejemplo más claro el cáncer. Desarrollar un tumor es normalmente un caso extremo de mosaico genético en nuestro cuerpo porque en las células cancerígenas se producen una serie de cambios genéticos que no se producen en sus células vecinas, y son estos cambios los que les otorgan las capacidades cancerígenas. Un dato interesante es que no todos los tejidos de nuestro cuerpo tienen la misma tendencia a producir mosaicos, a cambiar, a mutar… y algunos datos apuntan que son los tejidos como la piel (altamente expuesta a radiación ultravioleta presente en la luz solar), el esófago o los pulmones las zonas donde aparecen con más frecuencia mosaicos genéticos. Todo esto tiene bastante sentido porque son las partes más expuestas al ambiente y, por lo tanto, más expuestas a elementos mutagénicos. Así que si nos tenemos que llevar algo a casa de aprender qué es un mosaico genético, que sea la importancia de tener hábitos saludables y, especialmente ahora que se acerca el verano, ¡usar protección solar!

Aplicación en el aula

Esta es una buena ocasión para repasar con los alumnos conceptos como el de mutación y por qué la exposición solar o el tabaco dañan el ADN y esto puede acabar derivando en el desarrollo de tumores. Esto puede usarse para transmitir cultura sobre hábitos saludables a los alumnos a través de la ciencia (por ejemplo, se les puede concienciar de la toxicidad del tabaco repasando en clase los estudios que analizan como al limitar el consumo de tabaco baja la cantidad de casos de cáncer de pulmón).

Por Pablo Barrecheguren