Aprendizaje-servicio: educación en valores en vacaciones
Publicado el 3 de Julio de 2025 | Conocimiento

El verano puede ser mucho más que descanso y ocio. Más allá de las vacaciones, los ratos en familia y la diversión, este periodo ofrece la posibilidad de cultivar la creatividad, la reflexión o, por qué no, el voluntariado. ¿Has oído hablar de las actividades de aprendizaje-servicio? Experiencias como estas representan una oportunidad para desarrollar habilidades personales al tiempo que se potencian una serie de valores.
El verano, con su ritmo más relajado, ofrece el contexto ideal para vivir experiencias que marquen en el futuro. El aprendizaje-servicio es una metodología educativa que combina la acción solidaria con la adquisición de conocimientos y competencias: se trata de aprender ayudando. Estas prácticas fomentan la empatía, el compromiso, la responsabilidad y el trabajo en equipo, y fortalecen la autoestima de quienes participan en ellas al ver el impacto real de su colaboración. En un mundo donde las habilidades sociales y emocionales son tan importantes como las cognitivas, el voluntariado en vacaciones ofrece un espacio donde desplegarlas.
Además del valor formativo, el voluntariado también ofrece beneficios académicos: mejora la expresión oral y escrita, desarrolla la capacidad de organización y estimula la iniciativa personal. Muchos colegios y programas educativos reconocen estas experiencias como parte del desarrollo integral del estudiante.
¿Cómo encontrar actividades de voluntariado?
Es importante que el voluntariado no se viva como una obligación ni como una forma de rellenar el tiempo libre. Debe ser una experiencia motivadora, gratificante y coherente con los valores que se quieran transmitir.
Participar en iniciativas comunitarias, colaborar en campañas de reciclaje, ayudar en comedores sociales o acompañar a personas mayores son algunos ejemplos de cómo los jóvenes pueden contribuir activamente a la sociedad mientras aprenden. Las familias pueden explorar distintas opciones según la edad, los intereses y las posibilidades de cada adolescente. Muchas ONGs y asociaciones vecinales ofrecen programas adaptados o actividades diseñadas específicamente para menores.
También es posible organizar proyectos solidarios como recuperar libros para donar, preparar meriendas para personas en situación de calle o diseñar campañas de concienciación en redes sociales. Puede resultar interesante vincular el aprendizaje con un proyecto personal de impacto local. Por ejemplo, si a alguien le gusta la naturaleza, puede participar en una limpieza de playa o parque; si le interesa la lectura, puede organizar una mini-biblioteca vecinal. Así, se une el desarrollo de intereses propios con la mejora del entorno.
Involucrar a los jóvenes en actividades de aprendizaje-servicio durante las vacaciones puede marcar una diferencia significativa en su formación. Aprender a través del servicio transforma no solo a quien se ayuda… ¡sino también a quien aprende ayudando!
Por Marta Seror
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