¿Qué tienen en común los atletas y los caimanes?
Publicado el 4 de Julio de 2018 | Biología y Geología

La clave de gran parte de la vida está en respirar, ya que muchos seres vivos utilizamos el oxígeno para obtener energía a partir de la glucosa. Así que es importante que el oxígeno vaya entrando en nuestro cuerpo constantemente, lo cual a veces no es tan fácil como parece. Por ejemplo, algunas especies marinas que viven a grandes profundidades tienen problemas para obtener oxígeno ya que a mayor profundidad menor es su concentración en el agua, así que las branquias no les dan abasto. Esto le pasa al celacanto primitivo, un pez que vive a unos 4000 m de profundidad cerca de Suráfrica; y como consecuencia todos sus tejidos funcionan esencialmente utilizando un metabolismo anaerobio, sin usar oxígeno, que convierte los glúcidos en lactato y otros productos para obtener energía.
El problema de la disponibilidad de oxígeno, salvo que se viva a grandes alturas, no existe en tierra firme. Pero aun así respirar, o mejor dicho, cuanto oxigeno es posible introducir constantemente en el cuerpo, sigue siendo un factor limitante para el metabolismo: el oxígeno no solo tiene que llegar a los pulmones, sino que debe llegar de un modo constante y adecuadamente a todos los tejidos para que estos puedan funcionar con un metabolismo aeróbico (usando oxígeno). Esto no es ningún problema para el sistema circulatorio de muchos vertebrados pequeños, y por ejemplo las aves migratorias pueden mantenerse en vuelo durante largas distancias a gran velocidad sin tenerse que detener y simplemente funcionan usando ininterrumpidamente un metabolismo aeróbico. Esto también ocurre con muchos pequeños animales terrestres que aunque corran con intensidad su musculatura funciona sin consumir más oxígeno del que dispone. Esto, como sabe cualquier persona que ha tenido que correr para coger el autobús alguna vez, no nos ocurre a los seres humanos. Tras el esprint nos falta el aire.
Los vertebrados de gran tamaño, entre los cuales los humanos nos encontramos, tenemos un sistema cardiorrespiratorio incapaz de nutrir con suficiente oxígeno los músculos cuando los usamos en un actividad continuada de alta intensidad (por ejemplo, un esprint de 100 metros). Esto tiene dos consecuencias: se tienen que consumir reservas locales de energía, glucógeno almacenado en los músculos; y se produce un incremento de los niveles de lactato en sangre, ya que al no tener energía suficiente con el metabolismo aeróbico los tejidos hacen como el pez de las profundidades abisales y utilizan también el metabolismo anaeróbico.
Después de echar una carrera, si enseguida tenemos que volver a correr notaremos que nos falta más rápidamente el aire porque tras ese ejercicio intenso nuestro cuerpo consume más oxígeno de lo normal para revertir las consecuencias metabólicas del esprint. Se calcula que un atleta entrenado se recupera de correr a máxima intensidad 100 metros en unos 30 minutos. Pero muchos animales de mayor tamaño requieren más tiempo. Por ejemplo, los cocodrilos y los caimanes son animales que normalmente se mueven con calma, pero aun así son capaces de realizar ataques fulminantes de gran explosividad y poca duración. Sin embargo, un caimán puede necesitar horas de descanso y consumo extra de oxígeno para reponerse de ese ejercicio.
Por Pablo Barrecheguren
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