¿Qué es un emprendedor social?
Publicado el 9 de Diciembre de 2020 | Economía

“Apadrinaunolivo.org” es una iniciativa que promueve el apadrinamiento de olivos centenarios abandonados en zonas rurales despobladas. “Educnatur” se dedica a facilitar a personas discapacitadas el acceso a actividades deportivas y de ocio. “La Bella Solera” vende ropa sostenible respetuosa con el medio ambiente. “Auara” dedica el 100% de sus dividendos a desarrollar proyectos que tienen que ver con el acceso al agua potable en países del tercer mundo. ¿Qué tienen en común todos estos proyectos?, aunque parecen muy distintos, todos se pueden catalogar como de “emprendimiento social”.
En los últimos tiempos, todo lo que tiene que ver con el emprendimiento está de moda. Se debate sobre la importancia de emprender en las sociedades desarrolladas, de las cualidades que debería tener un emprendedor o de la necesidad del fomento progresivo de la cultura emprendedora. Poco a poco nuestros sistemas educativos van tomando nota y se van introduciendo asignaturas relacionadas con este mundo.
El concepto de emprendedor tradicional en el mundo empresarial es más o menos conocido; personas con poca aversión al riesgo y mucha visión de futuro que consiguen ver lo que los demás no vemos para, de este modo, lanzarse a desarrollar proyectos profesionales con creatividad e innovación. El objetivo principal del emprendedor tradicional sería el crecimiento de su proyecto y la obtención máxima de beneficios.
Junto a este concepto tradicional de emprendedor, existe otro tipo de personas que, aunque siguen teniendo objetivos económicos, los objetivos sociales, medioambientales y comunitarios superarían a los primeros. Podemos encontrar pues algunas diferencias entre el emprendedor tradicional y el social:
En primer lugar, tenemos la razón que guía las actuaciones del emprendedor social: buscan cubrir necesidades sociales de algunos colectivos. El ánimo de lucro no es tan evidente como en los emprendedores tradicionales. Para que el proyecto pueda tener continuidad en el tiempo y no desaparezca ante las primeras dificultades, el emprendedor social debe prestar mucha atención no solo al objetivo social para el que se creó sino también a una viabilidad del negocio mínima que garantice su supervivencia en el tiempo.
Una segunda diferencia podemos encontrarla en el hecho de que los proyectos de emprendimiento social suelen ser compartidos por colectivos más o menos amplios de personas, frente a los proyectos de emprendimiento tradicional en los que una o varias personas se deciden autoemplearse para sacar adelante su idea. En muchos casos los emprendedores exitosos inician el proyecto y con la llegada de los beneficios lo venden a grandes corporaciones a cambio de sustanciosas cantidades de dinero.
En cuanto a su organización, podemos decir que la mayoría de los proyectos de emprendimiento social suelen ser muy democrática de modo que todo el colectivo que se beneficia participa en la toma de decisiones. Esto contrasta con los proyectos de emprendimiento tradicional en los que el porcentaje de capital invertido influye decisivamente.
No cabe duda de que en un mundo globalizado en el que las crisis globales se suceden, las empresas de economía social están demostrando ser una opción válida para el desarrollo local, dando cohesión social y resolviendo problemas a distintos colectivos a través de soluciones creativas
Por José Ángel Navarro Martínez
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