Nuestras centrales energéticas, las mitocondrias
Publicado el 24 de Octubre de 2019 | Biología y Geología

Al igual que en el interior de una casa cada habitación tiene una función, el interior de nuestras células tiene distintas zonas separadas unas de otras. Estas son los denominados orgánulos, los cuales se han especializado en realizar funciones concretas y que, dentro del espacio común del citoplasma, se encuentran aislados unos de otros por membranas lipídicas. Entre ellos están el retículo endoplasmático o el aparato de Golgi, ambos centrados en la fabricación de proteínas, los lisosomas que se ocupan del reciclaje y gestión de residuos o las mitocondrias, que son nuestras centrales energéticas celulares.
Una de las características diferenciales de las mitocondrias es que, a diferencia de otros orgánulos animales, tienen una doble membrana lipídica. Esta propiedad únicamente la comparten con los cloroplastos del reino vegetal, y se cree que es debido a que ambos tienen su origen en bacterias (las cuales poseen una doble membrana lipídica externa). Concretamente, en el caso de las mitocondrias se cree que las células animales primigenias tuvieron que adquirirlas para ser capaces de generar energía química, moléculas de ATP, a través de la glucolisis aerobia. Este proceso consiste en metabolizar los azúcares hasta dar como producto final ATP, agua y CO2 gracias al uso de oxígeno, y es proceso que da 15 veces más ATP que el consumo de los azúcares sin la intervención del oxígeno y las mitocondrias.
Estos orgánulos tienen un tamaño lo suficientemente grande como para ser visibles bajo un microscopio óptico, y son tan abundantes que llegan a ocupar hasta el 20% del volumen citoplasmático de una célula eucariota. Tan importantes son como fuente de energía que, en células de gran tamaño como las neuronas donde puede haber hasta más de un metro de distancia entre el cuerpo celular y las terminaciones nerviosas, las mitocondrias son transportadas hasta estos extremos para que las zonas más periféricas de la célula puedan funcionar con normalidad. Y toda esta movilidad es posible gracias a que las mitocondrias se encuentran unidas al esqueleto celular, el cual funciona tanto como un lugar de anclaje como de vía por la cual se transportan las mitocondrias. Este dinamismo también está presente en la habilidad que tienen las mitocondrias de interaccionar con otros sistemas membranosos, entre los cuales destaca el retículo endoplasmático rugoso, y la capacidad que tienen las mitocondrias de dividirse o fusionarse entre ellas para regular su cantidad.
Así pues, las mitocondrias son tan adaptativas como las necesidades energéticas de nuestro cuerpo; y es por ellas que nuestros pulmones captan oxígeno y expelen dióxido de carbono, ya que ambas moléculas son esenciales en la respiración celular que ocurre en el interior de las mitocondrias.
Por Pablo Barrecheguren
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