Nuestra amiga la microbiota
Publicado el 9 de Septiembre de 2021 | Sanidad

Hablar de flora intestinal o de los microorganismos vivos que se encuentran en el tubo digestivo es casi lo mismo que hablar de microbiota, bacterias presentes en la piel, tracto urogenital, boca y sobre todo en el intestino que influyen de forma positiva en nuestro sistema inmunitario, nuestro estado de ánimo, en la forma de comportarnos y en la salud en general.
Nacemos con una microbiota que se mantiene estable durante unos años hasta que cambios en la dieta como el exceso de grasas y azúcares, infecciones, consumo de antibióticos, hormonas, ansiolíticos, antidepresivos, laxantes, la falta de ejercicio y sueño, la carencia de relaciones sociales o el estrés, afectan de manera negativa en ella pudiendo llegar a dejar secuelas y consecuencias negativas. para nuestra salud.
Cuidar la microbiota nos puede ayudar a vivir mejor, a mejorar la calidad de vida en pacientes con enfermedades como el parkinson, artritis, o enfermedades autoinmunes como la fibromialgia. Previene infecciones intestinales, mantiene al sistema inmunitario alerta estimulando la producción de defensas continuamente y realizando funciones como la de fabricación de hormonas de la felicidad que nos harán tener menos depresión y ansiedad. Regula el metabolismo, combate las agresiones de otros microorganismos y participa en la producción de algunas vitaminas. Los investigadores confirman que cuanto más variada sea la flora intestinal, más beneficios puede aportar a la salud y más protegido estará nuestro organismo frente a lesiones.
Si de un día para otro y sin motivo aparente empezamos a no tolerar alimentos, a tener la piel seca, dolor de cabeza, infecciones de orina, infecciones por hongos, pérdida de memoria de acontecimientos recientes, cambios en los parámetros intestinales, dilación abdominal, cansancio sin causa aparente, alteraciones del sueño, estrés desmedido,... podemos pensar que tenemos una alteración de la microbiota y por tanto debemos poner remedio, por un lado modificando factores como los que hemos nombrado que conllevan cambios y modificaciones de la misma y por otro lado ayudándole con una alimentación adecuada que debe incluir por un lado alimentos probióticos o complementos de alimentos que los contengan, que mejoran la digestión si se consumen de forma adecuadas y que suelen estar presentes en yogures, quesos, y alimentos fermentados y por otro lado alimentos prebióticos que contienen sustancias que no se digieren, y que favorecen el crecimiento y la estimulación de bacterias beneficiosas que viven en el intestino.
Estas sustancias o alimentos prebióticos se encuentran en la cebolla, que ayuda con la descomposición de la grasa y estimula el sistema inmunológico y presenta propiedades antioxidantes, antibióticas y anticancerígenas, en la soja, los plátanos, las manzanas, que disminuyen la inflamación y controlan el peso, las legumbres, los puerros, las alcachofas, los ajos que ayudan a prevenir el crecimiento de bacterias promotoras de enfermedades, las semillas como las de lino y los frutos secos entre otros.
Ya lo decían nuestros abuelos, somos lo que comemos y la mejor medicina es la buena cocina. Cuidar nuestra alimentación es cuidar nuestra flora intestinal y nuestra salud.
Por Luisa Mostazo Rodriguez
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