Los peligros de la deflación
Publicado el 8 de Octubre de 2018 | Economía

Casi todo el mundo conoce lo que es la inflación y los peligros que tiene para una economía. La subida generalizada de precios produce, entre otras cosas, pérdida de competitividad para las empresas y de poder adquisitivo para los consumidores que ven cómo su dinero vale cada vez menos.
La situación contraria a la inflación se produce cuando lo que pasa en los precios es una caída generalizada y sostenida en el tiempo. A esa situación se la conoce como deflación. Las causas de la deflación son diversas, aunque suelen estar motivadas por una caída de la demanda o bien por un exceso de la oferta por parte de los productores.
Podemos pensar que, si la subida de los precios es mala, la bajada de los mismos sería buena al elevar el poder de compra de los consumidores. En realidad, esto no es así ya que se provocan efectos tan negativos en la economía que generan una espiral muy peligrosa de la que es difícil salir.
La deflación produce un descenso de la actividad económica del país que obliga a bajar precios. Si los consumidores perciben que los precios están cayendo podrían aplazar sus decisiones de compra provocando nuevas caídas en los precios. ¿Por qué voy a comprar una casa o un coche ahora si dentro de 6 meses será más barato? Si la actividad económica se estanca, las empresas disminuyen la producción porque hay menos consumo y, por tanto, se ven obligados a despedir trabajadores, lo que produce a su vez menos consumo y otra vez un exceso de oferta, que provoca que vuelvan a bajar los precios. Esto es lo que se conoce como espiral deflacionista.
Para frenar la deflación, los países intentan elevar la demanda aplicando políticas monetarias y fiscales expansivas. Por un lado, si se aumenta el dinero en circulación se produce una bajada de tipos de interés que anima a consumidores y empresas a endeudarse y aumentar el consumo y la inversión. Por otro lado, los países aumentan el gasto público en forma de subvenciones y transferencias a la vez que podrían bajar los impuestos.
La deflación no es un fenómeno muy frecuente. En el S XX solo cabe citar dos casos relevantes; los de la Gran Depresión de los años 30 en Estados Unidos y más recientemente el de Japón de los años 90.
En Japón se produjo una “burbuja especulativa” en los años ochenta que estalló en los 90 en forma de deflación y una crisis generalizada que ha durado una década.
En este periodo esta situación favoreció a los más ricos y a los jubilados, cuyos ingresos fijos les permitían ganar poder adquisitivo a medida que bajaban los precios. En cambio, para muchos asalariados la deflación fue sinónimo de precariedad y de inseguridad financiera. Debido a la caída de los precios, era más rentable poner su dinero bajo el colchón y gastarlo lo menos posible, en lugar de invertirlo en bolsa o en una inversión importante. De pronto aparecieron en Japón los negocios “low cost”, caídas en los precios de los suministros básicos y una bajada de los precios inmobiliarios que permitió incluso a muchos inquilinos renegociar a la baja sus alquileres
Por todo lo anterior, los peligros para una economía vienen tanto con inflación como con deflación por lo que el Banco Central Europeo se marca como objetivo alcanzar la “estabilidad de precios” considerada ésta con tasas de precios por debajo del 2%.
Por José Ángel Navarro Martínez
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