Las paredes que forman nuestras células
Publicado el 23 de Marzo de 2020 | Biología y Geología

A nivel macroscópico en los organismos es complicado definir qué partes son más importantes ya que todas están implicadas en mantener un equilibrio: por ejemplo, puede que el hígado no tenga la misma fama que el cerebro o el romanticismo del corazón, pero sin él tampoco sobreviviríamos. Y la misma situación se da a nivel microscópico: en nuestras células puede que sean famosas las mitocondrias o el núcleo que contiene nuestro ADN, pero todos necesitamos lisosomas, un citoesqueleto… En el fondo, las células son como un piso donde solemos fijarnos en los muebles, pero hay mucho más. Por eso hoy me gustaría hablar de nuestros muros celulares, las membranas plasmáticas que forman tanto la pared celular que da contorno a la célula como los espacios que delimitan los orgánulos celulares.
La estructura básica de estas membranas es una bicapa lipídica. La mayor parte de los lípidos que forman estas membranas son fosfolípidos ya que estos tienen uno de sus extremos con gran afinidad por el agua mientras que el otro es al contrario. Esto hace que si juntamos dos capas de fosfolípidos se forme una estructura donde las partes afines a las grasas quedan dentro y las afines al agua en el exterior. Y además, aparte de los fosfolípidos, hay otros lípidos que modifican las propiedades de la membrana según las necesidades.
Pero las membranas no están únicamente compuestas por lípidos. Una parte fundamental son todas aquellas proteínas ancladas a la membrana, de las cuales existen tantas como funciones: algunas atraviesan la membrana de un lado a otro formando estructuras que permiten, por ejemplo, regular el tráfico de iones entre el interior y el exterior, lo cual es clave para mantener la homeostasis celular. También hay proteínas en la parte intracelular de la membrana que funcionan como puntos de anclaje del esqueleto celular, lo cual es esencial para mantener la forma y, en algunos casos, cierta movilidad. Por otro lado, hay proteínas en la parte extracelular cuyas tareas engloban todos los niveles de comunicación química: desde detectar posibles sustancias tóxicas, seguir señales químicas que permitan la migración celular o captar moléculas que activen toda una cascada de reacciones intracelulares. Las posibilidades son múltiples y ocurren dentro de un nivel de complejidad elevado ya que las membranas tienen muchas clases de proteínas simultáneamente. De hecho, en general es tan grande el papel de las proteínas de membrana que aproximadamente el 30% de las proteínas presentes en el genoma animal son de esta clase.
Finalmente, a todo esto hay que sumarle que no solamente existen paredes que delimitan la célula: también las hay dentro de ella delimitando espacios como los tabiques que crean las habitaciones de un piso. Desde las mitocondrias a los cloroplastos o los retículos endoplasmáticos, pasando por cualquier sencilla vesícula, todas estas partes tienen su forma básica delimitada por una membrana lipídica. Es por eso que, aunque aparentemente sea algo sencillo a simple vista, el tráfico de membrana es una pieza clave en el funcionamiento celular sin el cual las membranas no funcionarían adecuadamente y las células, sin unas adecuadas paredes que las mantengan, fallarían.
Por Pablo Barrecheguren
Anterior | Siguiente |
Consejos y herramientas para enseñar de forma remota | Coeducación: la clave para la igualdad |