La babosa marina que “hace” la fotosíntesis
Publicado el 18 de Mayo de 2020 | Biología y Geología

Uno de los principios básicos que se aprenden en la escuela es que la fotosíntesis es cosa de plantas. Ello se debe a que una de las principales diferencias entre las células animales y las células vegetales es que ninguna célula animal tiene cloroplastos. Los cloroplastos son unos orgánulos (órganos celulares), que otorgan la capacidad de realizar la fotosíntesis, lo cual permite captar la luz solar para usarla en el proceso de transformación de elementos inorgánicos en compuestos orgánicos. O lo que es lo mismo, usar la energía solar para vivir.
Sin la presencia de cloroplastos en su interior, las células animales deben obtener la energía consumiendo productos complejos que descomponen en moléculas más sencillas (en cierto modo realizan el proceso inverso a la fotosíntesis). Pero existe una alternativa: la cleptoplasia. Gracias a este proceso un organismo animal toma los cloroplastos de las células vegetales y, en vez de digerirlos, los incorpora a algunas de sus células para que estas puedan realizar la fotosíntesis. Este acto cae dentro de la categoría de endosimbiosis, y recuerda mucho al propio origen de las células vegetales ya que la Teoría Endosimbiótica planteada por Lynn Margulis, la cual propone que las células vegetales provienen de células bacterianas que entraron en endosimbiosis con otras células bacterianas capaces de realizar la fotosíntesis.
La babosa marina “Oveja de hoja” (nombre científico Costasiella kuroshimae) es capaz de realizar la cleptoplasia, pero… ¿qué es una babosa marina? Pues resulta que un tipo de molusco. Seguro que te suenan moluscos marinos como las ostras o las almejas, pero el grupo de los moluscos va más allá ya que se trata de un filo animal amplísimo de invertebrados muy diversos, entre los cuales hay animales sin concha como los pulpos, o con concha (como las ya mencionadas ostras o almejas, pero también los caracoles). Dentro de este grupo, las babosas marinas (también conocidas como nudibranquios) son en apariencia relativamente similares a las babosas terrestres aunque muchas de ellas tienen aspectos muy coloridos debido a diversos motivos.
En el caso que nos ocupa, la apariencia de la Costasiella kuroshimae se debe a que tiene varias series de estructuras laminadas que tanto por su forma como por su intenso color verde nos recuerdan a hojas vegetales. El color procede de los cloroplastos asimilados por la babosa mediante su dieta gracias a la ingestión de algas (que son células vegetales). Gracias a esto, las ovejas de hoja son capaces de beneficiarse de los procesos fotosintéticos inicialmente exclusivos del reino vegetal, y este ejemplo ilustra que, al igual que la competición, la cooperación y simbiosis también son estrategias válidas en el reino animal.
Por Pablo Barrecheguren
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