Aspectos científicos de tu protección para el verano
Publicado el 2 de Julio de 2019 | Física y Química

Ya llegó el verano y, de su mano, cosas como las barbacoas, los pantalones cortos, los turistas, los refrescos y los protectores solares, con los habituales mensajes que buscan concienciar de la importancia de su uso. En verano es cuando la radiación ultravioleta llega con más potencia hasta nosotros y es más dañina. A pesar de que es esta época cuando más se recuerda, las personas expertas recomiendan usar protector todo el año, ya que estamos continuamente expuestos al Sol: cuando caminamos, cuando hacemos ejercicio o cuando estamos sentados en la calle.
El Sol propaga tres tipos de radiación ultravioleta: UVA, UVB, y UVC. La más peligrosa de todas ellas es la última pero, precisamente, es la única que absorbe totalmente la atmósfera. Debido a esto, los protectores están preparados para proteger nuestra piel de los efectos negativos de las radiaciones de tipo A y B: esas que sí atraviesan la atmósfera.
¿Qué contienen los protectores para frenar los rayos solares? Los filtros son los elementos clave y pueden ser de dos tipos: físicos o químicos. Los filtros físicos son los más antiguos y, principalmente, están formados por minerales como el óxido de titanio y el zinc. Estos elementos funcionan como una gran pantalla, absorben la radiación ultravioleta y la reenvían como si de un espejo se tratara. Su inconveniente más acusado es que deshidratan y resecan la piel. Por otra parte, los filtros químicos están basados en compuestos de carbono. Este tipo de filtros también absorben la radiación ultravioleta, aunque la devuelven como radiación térmica, inofensiva para nuestro cuerpo. Los protectores solares compuestos de filtros químicos no deshidratan ni dejan rastro en la piel, pero se pueden degradar por el efecto solar.
¿Qué tipo de protector solar es mejor para mí? Es la pregunta habitual de cara a ir a la compra, aunque la respuesta no es nada fácil. Debemos tener en cuenta varios factores como las características de cada piel o a qué va a estar dedicado su uso. Otra gran duda que nos surge a la hora de comprar protector solar es el SPF (factor de protección solar), que es el número por el que debes multiplicar el tiempo que, de media, resiste tu piel la exposición del Sol antes de quemarte, una vez la crema aplicada. La elección de un SPF u otro depende del fototipo de cada persona, que podemos conocer por el color del cabello o la piel.
Para terminar, un consejo: consulta en la farmacia qué es más conveniente para protegerte.
Por Marta Seror
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