¿Por qué un estudiante no debería estar siempre sentado en clase?
Publicado el 19 de Febrero de 2019 | Conocimiento

Cuando somos niños jugamos y aprendemos continuamente sin parar de movernos. Pero al comenzar la escuela, el enfoque educativo cambia por completo y pasamos a estar sentados en un escritorio de forma continua, algo que puede convertirse en un obstáculo para desarrollar nuestra creatividad e inteligencia, además del perjuicio que supone para la salud, según el experto en educación Brad Johnson, coautor del libro "Learning on Your Feet: Incorporating Physical Activity into the K-8 Classroom", donde habla cómo el sedentarismo afecta a los jóvenes.
Ese sedentarismo existe durante casi toda la vida académica, pues los estudiantes pasan la mayor parte de ella sentados en un escritorio, por lo que, apunta el autor, resultaría normal que los alumnos desconecten, pierdan su atención o se aburran.
Según explica en su libro, varios estudios científicos demuestran que la actividad física ayuda al cerebro a concentrarse. Así, si los estudiantes se sienten somnolientos por ejemplo se les debe permitir hacer una pausa y moverse para mantener viva su atención.
Entre otras cosas, la actividad física mejora la elasticidad del cerebro, facilitando el aprendizaje. A lo que habría que sumar como, sacando las clases del ámbito tradicional del aula, la relación con el entorno natural tiene un efecto calmante en los niños y el ejercicio libera endorfinas que consiguen que los niños se sientan más relajados.
El autor recuerda cómo la irrupción de la tecnología hizo creer que cada niño necesitaba un dispositivo para su educación, subrayando que a veces la tecnología resulta más un obstáculo que un puente, como demuestran países que lideran los rankings educativos como Finlandia o Corea del Sur. Ambos se caracterizan por un uso responsable de la tecnología limitando el uso de smartphones e incluso la cantidad de tiempo destinada a los ordenadores en clases.
Para la mayoría de docentes, además, lo más difícil de la enseñanza es la gestión del aula. Y aunque, como suele decirse, “cada maestrillo tiene su librillo”, lo cierto es que, al contrario de lo que pueda pensarse –destaca Johnson- el comportamiento de los estudiantes tiene menos que ver con las acciones de los maestros que con los propios estudiantes. Los estudiantes tienen muchísima energía y que a veces se aburran no es culpa del docente, sino del simple hecho de que son niños.
Estos resultados refuerzan la corriente de que el aula tradicional sedentaria, centrada en el escritorio, debe ser rediseñada para adaptarse mejor a las necesidades de los estudiantes. Incluso con algo tan simple como dar a los estudiantes un “descanso mental” cada 15 minutos para que se pongan de pie y se estiren. En resumen, Brad Johnson recomienda que para aumentar la concentración de los estudiantes, mejorar su comportamiento y rendimiento es importante incluir la actividad física en el aula.
Por Manuel Caro
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