No estoy obeso estoy hinchado
Publicado el 3 de Mayo de 2022 | Sanidad

No sé qué me ocurre a veces, me levanto con el ombligo pegado a la espalda y cuando termino el día, y según qué días, estoy como si estuviera embarazada de 8 meses. ¡Si yo no como tanto para tener tanto estómago ni tanta barriga, algo no estoy haciendo bien, seguro!
Pues bien, nuestro cuerpo es reflejo de lo que comemos y si tomamos alimentos que nos inflaman nos encontraremos o estaremos con la sensación de habernos convertido en globos andantes, hinchados, inflamados, con la impresión de estar a nada de reventar la cintura del pantalón y con la necesidad de vestir ropa holgada.
Si tenemos en cuenta varios aspectos de nuestra dieta quizás todos estos pensamientos, sensaciones y necesidades puedan llegar a desaparecer pues por norma general incluimos en nuestra dieta una serie de alimentos que hacen que nuestro intestino y/o estómago se irrite y reaccione inflamándose, aumentando de volumen.
La inflamación es una reacción de nuestro organismo para protegerse de las “agresiones” que le provocamos de manera concreta y puntual, pero si esta inflamación se prolonga en el tiempo, nuestra salud se irá deteriorando hasta poder llegar a padecer enfermedades que pueden afectar al resto de órganos y sistemas.
Dentro de nuestra dieta incluimos alimentos ricos en grasas saturadas, azúcares o ultraprocesados que tienen un alto poder inflamatorio. Empezando por el azúcar de mesa, cuando el cuerpo se inflama por el exceso de azúcar, se favorece por ejemplo la aparición y desarrollo del cáncer de mama y su posterior metástasis de pulmón. El consumo de refrescos, que presentan niveles altos en azúcares, hace que se eleven los niveles de ácido úrico que predisponen a dicha inflamación.
Los carbohidratos refinados también conocidos como carbohidratos simples o procesados tienen escaso valor nutricional, pero aumentan rápidamente los niveles de azúcar en sangre y predisponen al crecimiento de bacterias intestinales. Entre ellos se encuentran el pan blanco, la pasta y el arroz blanco, los cereales procesados y azucarados, la bollería, pasteles y aperitivos tipo patatas fritas. Si a estos alimentos le sumáramos un poquito de alcohol, veríamos, si nos hacemos una analítica, que nuestra PCR (no la prueba para detectar COVID sino la proteína C reactiva que es un marcador inflamatorio) se eleva. Asimismo, no debemos ignorar que el consumo de alcohol hace que se produzca una inflamación generalizada debido a toxinas bacterianas.
Siguiendo in crescendo, las grasas trans, esas que se forman añadiendo hidrógeno a las grasas no saturadas y que el cuerpo no puede destruir o metabolizar, acumulándose en forma de placa de ateroma en arterias, aumenta el colesterol “malo” y disminuyen el “bueno”, hacen que aumente el riesgo de cardiopatía coronaria y posibilidad de muerte prematura. A su vez estas grasas aumentan la inflamación a nivel de las células del endotelio, siendo ésta la capa más interna de las arterias que está en contacto estrecho con la sangre. Al unirse a las membranas de las células, tanto del endotelio como de los glóbulos blancos y de las células del tejido adiposo, inician el indeseado proceso inflamatorio. Entre los productos con grasas trans podemos citar los siguientes: caramelos, galletas y helados, margarinas, bollería industrial, precocinados como pizza, croquetas, …
Y no podemos terminar sin mencionar la tan cuestionada leche de origen animal, la cual contiene una alta concentración de sustancias como antígenos y grasas saturadas que promueven el proceso inflamatorio; no obstante hay estudios que demuestran que el compuesto de la leche que provoca la inflamación es la caseína y la leche es más que esa sustancia, mejorando los lácteos, en conjunto, el metabolismo, teniendo un efecto neutral o positivo a nivel inflamatorio, excepto obviamente en personas intolerantes. Por otro lado, se considera que dentro de los lácteos aquellos que han pasado por el proceso de fermentación, como el yogur, el queso fresco o curado, protegen contra la inflamación, ya que la mayoría de ellos son portadores de probióticos.
En una alimentación antiinflamatoria es fundamental: comer alimentos de origen vegetal, frutas, verduras, cereales integrales, legumbres; tomar aceite de oliva virgen extra, que tiene beneficios cardiovasculares y nos protege frente al cáncer y posee un antioxidante, el oleocantal, que se compara con los efectos antiinflamatorios del ibuprofeno; tomar omega 3, presente en los pescados grasos, como el salmón, caballa, sardinas, atún, así como en las nueces, soja,… participando en la regulación de los procesos inflamatorios; comer menos carne roja, ya que ésta estimula el proceso inflamatorio;eliminar, fritos, productos refinados, bebidas azucaradas y sí tomar té verde que posee una sustancia que reduce la producción de moléculas proinflamatorias.
Aplicación en el aula
1. Lee los siguientes artículos y elabora un menú de un día, primero y segundo, y uno semanal para combatir o prevenir la inflamación intestinal.
Qué comer para combatir la inflamación intestinal - Tua Saúde
Menús antiinflamatorios: desayuno, comida y cena ideal
2. Elabora una infografía con alimentos antiinflamatorios y otra con alimentos inflamatorios.
3. Investiga sobre enfermedades inflamatorias del aparato digestivo.
Por Luisa Mostazo Rodriguez
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