La educación en un mundo competitivo
Publicado el 10 de Marzo de 2022 | Conocimiento

Solo los mejores tienen éxito.
Tienes que destacar en tu campo.
Hay que preparar a los niños para el futuro.
Este tipo de frases, cientos de veces repetidas en nuestra sociedad a modo de mantras, nos acompañan en conversaciones, en medios de comunicación, en las ficciones… pero ¿debemos educar en las aulas para esta “realidad”?
A menudo describimos nuestro mundo como un lugar competitivo. Es innegable que el mundo laboral, así como otros factores de nuestra vida cotidiana, funciona con objetivos y la escuela, muchas veces, no difiere en ese aspecto. Incluso se cree que lo mejor es que los estudiantes sean educados y preparados para esta “realidad”. Pero la competitividad, sanamente entendida, es buena en las aulas para que nuestro alumnado logre el desarrollo adecuado, aunque siempre alejándonos de posturas extremas como “se gana o se pierde”, ya que con estas ideas conseguiremos un efecto que fomentará inseguridad y estrés. De hecho, en un ámbito puramente competitivo como es el deportivo, una de las razones que comúnmente lleva a los jóvenes deportistas al abandono del deporte federado es que encuentran un clima demasiado competitivo, provocando una gran insatisfacción y pérdida de interés.
Prácticamente todos los días el alumnado hace frente a situaciones a superar en la escuela. Como ejemplo contamos con los exámenes, calificados con notas que hacen que, indirectamente, se establezca una especie de ranking en las aulas, provocando competitividad. A pesar de ello, es importante como docentes plantearnos qué hacer independientemente de los resultados objetivos. Es necesario incentivar a los alumnos para que ejerzan una competitividad sana, es decir, que sepan manejar los retos de cara a superarlos (¡o no!) o, al menos, a no frustrarse con sus primeros intentos.
Fomentar una competencia sana en el aula puede conllevar otros efectos positivos:
- Atender al/a la docente y esforzarse por conseguir los objetivos con calma.
- El alumnado se expresará sin miedo ya que no habrá aprensión al error.
- Satisfacción por lo conseguido al margen del resultado.
- Evitar una baja autoestima y estrés por no llegar a lo esperado.
- Apoyo entre compañeros para avanzar conjuntamente.
Aplicación en el aula
Se puede animar la deportividad en clase a través de la educación en valores y el juego limpio. Proponemos reflexionar en el aula sobre cómo educamos mediante una serie de preguntas como:
¿Cómo consigues superar los retos y obstáculos?
¿Te enfrentas a los demás? ¿Compites contigo mismo/a?
¿Ofreces lo mejor de ti y te superas día tras día?
Y tú, ¿has pensado alguna vez qué le transmitimos a nuestros estudiantes? ¿Cómo entiendes la competitividad?
Por Marta Seror
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