Hipertension en la infancia y alimentación
Publicado el 9 de Julio de 2018 | Sanidad

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 17,5 millones de niños/as sufren obesidad en todo el mundo. En nuestro país, los datos son también alarmantes, un 43% de los niños/as con edades comprendidas entre 6 y 9 años tienen sobrepeso u obesidad, según los datos obtenidos en un estudio por la Agencia Española de Consumo, Seguridad alimentaria y Nutrición.
La obesidad es un trastorno que puede derivar en enfermedades muy graves como pueden ser la diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión,… y en edades adultas estos problemas se pueden agravar si no se les pone freno.
Es muy frecuente que los padres pasen por alto llevar un control sobre la tensión arterial que tienen sus hijos, pues la hipertensión parece no ser una enfermedad común en la infancia. No obstante, y cada vez con mayor asiduidad, y asociado a malos hábitos alimentarios, vida sedentaria o genética hay más niños que padecen esta patología.
La hipertensión no se manifiesta de manera visible en los niños, por ello, los padres deben incidir en la consulta del pediatra para que se haga un seguimiento y descartar cualquier anomalía. Esta enfermedad se encuentra ligada, en la mayoría de las ocasiones, a una alimentación no equilibrada, rica en hidratos de carbono y grasas y poca actividad física y llega a ser grave cuando no hay un control sobre ella. Simplemente con una dieta adecuada, control de las grasas y de la sal que se usa en el preparado de los alimentos, junto con una planificación semanal de actividades físicas adecuadas para la edad, será suficiente para evitar cualquier tipo de complicación relacionada no solo con la hipertensión sino también con el sobrepeso.
¿Qué aporta una dieta saludable en el desarrollo infantil?
Partiendo de la base de que una dieta saludable tiene una gran importancia y mejora de forma muy positiva la salud de las personas, independientemente de la edad que se tenga, en los niños y adolescentes adquiere aun mayor importancia. Los niños necesitan obtener todos los nutrientes esenciales para que su crecimiento sea el correcto. Esto permite que los huesos y los músculos se desarrollen fuertes y sanos. Además, una correcta alimentación permite que el niño desarrolle un buen sistema inmunológico y contribuye por consiguiente a que tenga las defensas altas para luchar contra cualquier infección vírica o bacteriana que se pueda producir a lo largo de su desarrollo infantil.
¿Cuál sería una buena rutina alimenticia para un niño?
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria recomienda que el niño obtenga en torno al 25% o 30% de sus necesidades nutritivas en las dos primeras comidas del día (desayuno y almuerzo).
El principal problema es que casi un 83% de los niños y niñas de nuestro país no llevan a cabo un desayuno de calidad.
El desayuno ideal debe contener un lácteo, un cereal y una fruta. Sólo un 17% de los niños y niñas, lo realiza en condiciones.
En la hora de la comida, el niño/a debe obtener el siguiente 30% de sus necesidades nutricionales. El aporte de energía debe proceder de alimentos como verduras y legumbres, arroces y pastas en el primer plato; pescados y carnes en el segundo plato y fruta de postre.
Otra de las cuestiones trabajadas en los últimos estudios sobre alimentación en la infancia y enfermedad, es que se ha observado que en torno al 71% de los casos, los niños de nuestro país se distraen constantemente con la televisión, con tabletas o móviles a la hora de comer, de manera que debemos evitar todo tipo de distracciones, usando otras como la comunicación y el encuentro familiar, creando así hábitos correctos de alimentación.
La merienda debe ser ligera y no sobrepasar el 15% de nutrientes que necesita. Además, tiene una función muy importante y es la de evitar que se pique entre horas alimentos procesados o bollería. Unos lácteos o una pieza de fruta con unos frutos secos es suficiente.
La cena, es la última comida del día y debe aportar alrededor del 30%. Se recomiendan ensaladas, huevos, carne o pescado.
Finalmente, no podemos olvidar el importante papel que juega la imitación en los más pequeños. Los adultos a estas edades nos convertimos en modelos para ellos, nuestra forma de hablar, caminar o, en el caso que nos ocupa, nuestra forma de comer o alimentarnos, creará en ellos hábitos que poco a poco irán realizando de forma cada vez más autónoma y automatizada. Recalcando para ello una gran lección que nos enseñan las palabras de Confucio diciendo:
“Me lo dices y lo olvido; me lo enseñas y lo recuerdo; me dejas que lo haga y lo aprendo”.
Por Luisa Mostazo Rodriguez
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