Hikikomori, algo más que un término asiático
Publicado el 14 de Noviembre de 2019 | Sanidad

Hikikomori, no es un tipo de sushi, ni el nuevo restaurante de comida asiática del barrio, es un nuevo síndrome que afecta a la sociedad actual y en especial a aquellas personas jóvenes que sin padecer síntomas psicóticos se aíslan más de 6 meses del resto del mundo, no salen de su cuarto, no mantienen relaciones interpersonales y sólo se relacionan en un mundo virtual, internet y videojuegos.
La reclusión, la soledad y la adicción a los medios virtuales, son la bandera y el himno de este síndrome.
No es una novedad la adicción a los videojuegos, ya está incluida en el CIE-11 en el apartado de trastornos mentales, con comportamientos compulsivos donde las personas afectadas pasan días sin despegarse de las pantallas, sin comer ni dormir.
La adicción a los videojuegos viene producida por la activación de los circuitos cerebrales implicados en el consumo de drogas. Todo dispositivo con conexión a internet, los juegos online y las redes sociales producen adicción. Está estudiado que los menores que empiezan de manera temprana a usar estos dispositivos tienen dificultades psicomotrices, problemas de atención y desarrollarán adicciones comportamentales.
Esta adicción suele ir acompañada de otras patologías como depresión, ansiedad, autismo, déficit de atención e hiperactividad, abuso de sustancias adictivas y reclusión social.
Ya rondamos casi el 4 % en Europa de adicciones a internet. Personas que permanecen mas de 9-10 horas haciendo un uso persistente de juegos online, compitiendo con otras personas, con preocupación excesiva por este tipo de juegos y desinterés por otras actividades tanto académicas como laborales y personales.
El término Hikikomori, que significa estar recluido y que es España es conocido como “ síndrome de la puerta cerrada”, es una forma voluntaria de aislamiento social que atrapa sobre todo adolescentes vulnerables por presentar timidez, introversión, malas relaciones familiares, apatía y que ven al mundo exterior como una amenaza y por ello se refugian en una burbuja que les protege, su mundo virtual, que se crean entre cuatro paredes y una pantalla.
Su mundo pasa a ser diferente al del resto de los humanos, cambian sus ritmos durmiendo de día y jugando de noche, descuidan su higiene, empiezan con conductas agresivas, obsesiones y tristezas que en muchos casos les lleva al suicidio.
Existen diferentes grados o tipos de hikikomori, algunos afectados salen al centro educativo o al trabajo pero sin relacionarse socialmente, otros rechazan esta parte y sólo tienen algunas relaciones sociales, escasas y por internet, otros presentan verdadera fobia social y otros son conocidos como “ zombie de ordenador” que prácticamente no duermen y todo su tiempo es para el uso de medios virtuales.
En cualquier caso las causas desencadenantes son múltiples, desde factores familiares, como presiones para conseguir ser el mejor y triunfar, pasando por una falta de comunicación y presiones sociales.
Debemos estar atentos a síntomas de alarma como rechazo asistir al centro escolar, acoso, escasez de amigos, fracasos amorosos, pocas habilidades sociales acompañado de baja autoestima y tendencia a la depresión, alteraciones del ritmo de sueño e intolerancia a la frustración. Mucho cuidado con presionar a los niños y adolescentes desde la familia para que lleguen a ser “los mejores”.
Si empezamos a detectar algunos de estos síntomas debemos pedir ayuda a los profesionales sanitarios, pues estaremos ante una alteración de la salud física y mental con graves consecuencias.
Consejos para el uso consciente de la tecnología.
Por Luisa Mostazo Rodriguez
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