¿Hay realmente vida en venus?
Publicado el 24 de Septiembre de 2020 | Física y Química

El reciente descubrimiento de que hay fosfina en las nubes de Venus ha generado multitud de titulares sobre la posibilidad de que haya vida en el planeta vecino. ¿Qué podemos enseñarle a nuestro estudiantes aprovechando esta noticia?
La fosfina es una molécula inorgánica formada por un átomo de fósforo enlazado a tres átomos de hidrógeno. Su formulación es simple: PH3 y sin embargo se trata de una molécula extremadamente rara en la naturaleza, que en la Tierra se genera mediante la actividad de algunos microbios anaerobios, procesos industriales, actividad volcánica o radiación solar.
Si la fosfina atmosférica de Venus fuera producida por microbios en su atmósfera, sería un descrubrimiento realmente sorprendente, ya que debido a las condiciones extremas del planeta, los científicos siempre han considerado que nuestro vecino interior es un lugar en el que resulta realmente imporobable que evolucione la vida, al menos tal y como la conocemos en la Tierra.
En la superficie de este planeta, la temperatura media es de 463,85 ºC. Es imposible, por tanto encontrar agua líquida, que es la condición indispensable para considerar que un planeta se encuentra en la “zona de habitabilidad” de una estrella, pero esto no ha de hacer que descartemos totalmente la posibilidad de que haya vida en Venus, puesto que, como ya decía Carl Sagan en 1967, “encontrar vida en la superficie venusina parece imposible, pero en sus nubes es otra historia.”
La atmósfera de Venus contiene grandes cantidades de CO2 que generan un intenso efecto invernadero. Exite a su vez una gruesa capa de nubes, de unos 20 km de espesor, producto de reacciones químicas que combinan el dióxido de azufre con el vapor de agua para formar ácido sulfúrico.
Estas nubes oscurecen la superficie de Venus de las imágenes ópticas, reflejan aproximadamente el 75% de la luz solar que incide sobre ellas y son arrastradas por el viento que varía enormemente según la altitud. Así, aunque cerca de la superficie el viento es del órden de 2 m/s, en el nivel de las nubes, la velocidad del mismo puede superar los 95 m/s.
Es en estas rapidísimas nubes donde no basta con captar fosfina, que es un biomarcador equívoco, pues se puede formar sin necesidad de que haya vida, sino que necesitaríamos ver lípidos, péptidos, ADN o ARN. Compuestos realmente exclusivos de la vida tal y como la conocemos en nuestro planeta.
Por Lucía García
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