De la macro a la microcirugía robotizada
Publicado el 10 de Noviembre de 2020 | Sanidad

A veces lo pequeño es grande, por eso la cirugía de mínima invasión consigue con algo tan pequeño como una minúscula incisión, para introducir una cámara y/o instrumental, grandes resultados.
La cirugía mínimamente invasiva o de mínimo abordaje se utiliza para dar un diagnóstico o hacer un tratamiento a través de una visión directa, utilizando vías naturales o pequeñas incisiones para actuar en las diferentes partes del organismo lesionado.
Se ha convertido en una técnica de futuro que produce menor daño que si se hicieran cirugías abiertas. Son menos dolorosas al no realizar incisiones quirúrgicas grandes que producen traumas en zonas u órganos sanos. Existen menos complicaciones, sobre todo de la herida quirúrgica que al tener un diámetro pequeño cicatriza muy rápidamente y sin dejar prácticamente señal.
Estas técnicas suponen una disminución de la estancia hospitalaria y del postoperatorio y por tanto de los costes asociados a estos procedimientos. Actualmente hay varios proyectos en desarrollo, que pretenden aumentar la seguridad y la calidad en la atención al paciente que debe operarse.
Se trabaja con una visión 3D, con tecnología de alta calidad, que permite al cirujano compartir con el resto del equipo quirúrgico la intervención y ser grabada como instrumento de aprendizaje y perfeccionamiento.
Y como todo lo que suma para mejorar es bien recibido, mínima invasión y robótica son el complemento perfecto para tener unos grandes resultados quirúrgicos.
Los conocimientos médicos, las habilidades y destrezas del especialista combinadas con la precisión de unos brazos robotizados que sustituyen a los del cirujano, pero controlados por la experiencia y el saber humano, materializarán las acciones quirúrgicas con mayor precisión, flexibilidad y control, pues en ocasiones aparecen temblores no deseables en el operador que con esta robotización se anulan, consiguiendo extirpaciones de precisión y paso a zonas anatómicas complicadas, que de otra forma serían de acceso difícil, aumentando el riesgo.
Ir a operar en estas condiciones es como ir a jugar a un videojuego. El cirujano maneja un robot sentado delante de una consola que se encuentra dentro de la sala de intervención y que transforma los movimientos de las manos en impulsos que se canalizan a los brazos del robot que ejecuta las órdenes.
El robot traduce los movimientos del cirujano controlando los instrumentos y permitiendo una visión tridimensional del campo operatorio, de tal forma que el especialista vive la operación como si estuviera dentro del cuerpo del paciente, con una visión en 3D, con un mayor aumento, que permite ver con más nitidez y precisión la zona a intervenir.
A estos avances en robótica laparoscópica y realidad virtual aumentada se le suma la posibilidad de trabajar con órganos tridimensionales diseñados y creados a partir de imágenes obtenidas de resonancias magnéticas nucleares (RMN) y de tomografías axiales computarizadas(TAC), para obtener tumores o patologías de los diferentes órganos y poder trabajar con ellos durante la intervención con el objetivo de tomar decisiones rápidas y seguras sobre como actuar y conseguir así una ultraseguridad quirúrgica.
Se han creado, como complemento y ayuda a estos modelos de órganos en 3D, unas gafas virtuales que acceden a estos modelos para acercarlos o girarlos con tan solo mover los dedos.
Y seguimos sumando, pues con la tecnología 5G se permite tener durante la intervención varios dispositivos conectados para facilitar la toma de decisiones de todo el equipo que está trabajando con esta revolución tecnológica en el momento de la operación y hacer de una microcirugía una gran cirugía.
Por Luisa Mostazo Rodriguez
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